Kanye West, Adidas y las nuevas rebeldías
Todo lo que querías saber del mundo de los influencers.
Hola, somos Juan Marenco y Natalia Alfonso y te presentamos Be Curious, un newsletter de Be Influencers. Acá vas a encontrar una recopilación de cosas que nos interesan, nos llaman la atención y, sobre todo, nos hacen pensar.
Top 3 de la semana
Kanye West, dichos antisemitas y abandono de marcas: ya hace varios años que Kanye West pasó de ser un músico consagrado a un personaje más famoso por sus dichos y su vida privada. Pero hasta ahora sus polémicas no tenían demasiado impacto comercial en sus colaboraciones y hasta posiblemente le generaban más adeptos. Pero en los últimos meses Kanye comenzó con dichos antisemitas que fueron escalando cada vez más, incluso servir como bandera de supremacistas blancos, hasta llegara a que Adidas termine el vínculo con él. ¿Por qué es importante? Porque no es una relación cualquiera. Kanye West y Adidas crearon una marca en conjunto: Yeezy y poner fin a esa relación implica una pérdida de hasta 250 millones de Euros, el 10% del negocio total de Adidas. No solo eso, esto implicará que mucha gente se quede sin trabajo y afectará a pymes que la venden. La decisión de Adidas venía siendo reclamada por mucha gente y es importante tener en cuenta sus implicancias. La marca, por otro lado, sienta un precedente respecto a sus valores que veremos que impacto tiene.
Taylor Swift domina Spotify con su nuevo disco: Si hablamos de Kanye tenemos que hablar de Taylor, ¿por qué? Acaso no se acuerdan de la famosa escena de los VMA 2009 donde Taylor ganó un premio al Mejor Video de una artista femenina y West subió al escenario para arruinarle la noche. Y en una de las peores semanas de Kanye, Swift tuvo una de sus mejores: con el lanzamiento de su nuevo álbum, Midnights, logró romper todos los charts imaginables. Mientras escribimos este news los primeros ¡14 puestos de Spotify! en el Top 50 Estados Unidos son dominados por ella y 11 de los 10 primeros de los charts globales. ¡Una locura! Tengamos en cuenta además que Taylor Swift y Spotify tienen una relación bastante complicada en la cual la cantante dejó la plataforma durante dos años disconforme con su manejo de regalías. Otro punto relevante es que en la época donde los discos parecen tener poca relevancia y todo es más un tema atraás de otro, Taylor Swift logró todo lo contrario.
Elon Musk, ¿compra Twitter?: Al amigo de Kanye West le quedan poco menos de 24hs para comprar Twitter o ir a juicio en una novela que ya se está haciendo demasiado larga. Para los desprevenidos, Elon hizo una oferta a Twitter para comprar el 100% y que deje de ser una empresa pública, Twitter primero no aceptó y ahora el directorio sí. Pero desde la oferta y ahora las acciones bajaron mucho y estaría pagando de más. La llegada de Elon Musk a la empresa es tema de preocupación para muchos twitteros (incluye a Juan) y, sobre todo, para sus trabajadores ya que anunció planes para recortar el 75% de los empleos cosa que, por supuesto, no les cayó nada bien. Toda esta situación se da en el contexto donde Musk viene haciendo declaraciones bastante polémicas respecto a la invasión de Rusia en Ucrania, a sus declaraciones sobre la libertad de expresión y al gobierno de Estados Unidos preocupado por ambas cosas. El empresario insiste con que lo mejor que puede hacer Twitter es no tener moderadores y cree que cualquier tipo de intento por controlar discursos es censura. Discursos que entran en lo que Pablo Stefanoni ejemplifica como una nueva rebeldía de derecha. Mientras tanto el mundo Crypto y los contenidos NSFW están dominando la red mientras los históricos usuarios más activos la van abandonando. ¿La compra de Elon profundizará esa tendencia o la moderará?
Cultura de la Influencia
Como ya sabrán, en los últimos días las redes sociales, especialmente Twitter, se llenaron de videos de chicos británicos muy jóvenes pertenecientes a una organización llamada Just Stop Oil tirando comida al cuadro Las Margaritas de Van Gogh y otras obras de patrimonio cultural para reclamar a estados y empresas acciones contra el cambio climático. Obviamente, esto despertó la polémica deseada y ya carpetearon a la organización y, parecer ser que, Aileen Getty, nieta del petrolero J.P.Getty, es fundadora del Fondo de Emergencia Climática que en el 2021 metió hasta 4 $ millones a la Just Stop Oil. Turbio todo.
Sea como sea, lo que nos llamó la atención de esto es que esta organización y sus integrantes se manifiesten en la esfera pública.Como dice Caroline Fourest en su libro Generación Ofendida, con las redes sociales ya no hay necesidad de crear movimientos, fabricar pancartas ni salir a la calle con frío para protestar. Podemos manifestarnos desde el calor de nuestras casas y protegidos por el anonimato. Pero estos hechos, ¿van a tener un impacto real? Probablemente no. ¿Se perciben como actos rebeldes con intenciones verdaderamente revolucionarias? No. Entonces nos preguntamos, ¿quiénes son los rebeldes del mundo actual?
Para empezar a desarrollar nuestra idea, es necesario definir y profundizar en una palabra clave de los últimos años: posverdad, un neologismo que implica la distorsión deliberada de una realidad en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales. El término data de principios de los 90, pero se extendió fuertemente desde el 2016 a raíz de la campaña electoral de Estados Unidos y el referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea del Reino Unido. Citando al historiador italiano Steven Forti, si hoy no cabe duda de que la posverdad es un rasgo de nuestra época, tampoco cabe duda alguna de que es la extrema derecha quien la utiliza más frecuentemente hasta convertirse en una de las características imprescindibles para poderla definir y entender.
Como todo fenómeno cultural, es multicausal pero una de las causas principales apuntan al modelo de la industria publicitaria y a las redes sociales, sus algoritmos y el microtargeting (uf). Ambos factores apuntan a la sobreinformación. ¿No les pasa que ven tanta información contradictoria sobre un mismo tema que terminan sintiendo que, al final, no tienen información alguna? A nosotros sí. ¿Las consecuencias de esto? Terraplanistas, antivacunas y astrología (no, acá no creemos en los signos, vengan de a uno).
La sobreinformación que desinforma genera desconfianza y ultra radicalización de las ideologías. Si no tenemos información o desconfiamos constantemente de ella, es más factible que nos movilicen las emociones y lo que nos parece verdadero a nosotros, aunque no tenga ningún sustento racional. En la era de la posverdad, el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad. ¿Y cuál es el ambiente perfecto para esta radicalización? Sí señores, las redes sociales. No se olviden que la toma del capitolio de Estados Unidos surgió de un grupo cerrado de Facebook.
Nos volvemos a preguntar entonces, ¿quiénes son los rebeldes en este mundo sobreinformado y desinformado a la vez, desconfiado y algorítmico? En el libro de Pablo Stefanoni titulado ¿La rebeldía se volvió de derecha? el autor afirma: en las últimas décadas, en la medida en que se volvió defensiva y se abroqueló en la normatividad de lo políticamente correcto, la izquierda, sobretodo en su versión “progresista”, fue quedando dislocada en gran medida de la imagen histórica de la rebeldía, la desobediencia y la transgresión que expresaba. Parte del terreno perdido en su capacidad de capitalizar la indignación social fue ganándolo la derecha, que se muestra eficaz en un grado creciente para cuestionar el “sistema” (más allá de lo que esto signifique). En otras palabras, estamos ante derechas que le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla.
En este libro, que obvio recomendamos, Stefanoni analiza cómo la izquierda fue quedando en el lugar de lo políticamente correcto y el status quo y la derecha se apropió del campo opuesto. Volviendo a citar a Caroline Fourest, el primer párrafo de su libro dice: en mayo de 1968, la juventud soñaba con un mundo en el que estuviera “prohibido prohibir”. Hoy, la nueva generación solo piensa en censurar aquello que la agravia u “ofende”. Si prestamos atención a lo discursivo de representantes y militantes de derecha, se utiliza la palabra “progre” y la palabra “facho” como sinónimos.
Ambos autores analizan un movimiento de la izquierda que se propone limpiar las universidades (principalmente en Estados Unidos y Europa) de palabras, ideas y temas que podrían causar incomodidad u ofender en los llamados “safe places”. Es curioso porque ya sabemos las consecuencias del “de esto no se habla”, de invisibilizar temáticas. En nuestra opinión, no se trata del “qué” sino del “cómo” y con qué objetivo. De esta manera, como dice Stefanoni, es la derecha quien dice “las cosas como son” en nombre del pueblo llano, mientras que la izquierda sería sólo la expresión del stablishment y el status quo. Así, las derechas alternativas usan la incorrección política para habilitar el racismo, el sexismo y la intolerancia política y cultural.
Como dijimos, internet y las redes sociales cumplen un papel enorme en este fenómeno, especialmente en grupos cerrados de Facebook o servidores de Discord o Telegram que son igual de turbios que la deep web, y el debate de siempre sobre la libertad de expresión se intensifica. Citando a Fourest, vivimos en un mundo rabiosamente paradójico, donde la libertad de odiar jamás ha estado tan fuera de control en las redes sociales, pero la libertad de hablar y pensar jamás ha estado tan vigilada en la vida real. La autora propone que la lucha de “razas” ha suplantado la lucha de clases y propone el concepto de control de identidad. Dice: la izquierda identitaria valida las categorías que priorizan el componente étnico, propias de la derecha supremacista, y se encierra en ellas. Enfrenta a las identidades unas contra otras y termina colocando a las minorías en competencia (veamos el caso Kanye West, hombre negro, con sus dichos antisemitas). En lugar de inspirar un nuevo imaginario, renovado y más diverso, censura.
Stefanoni también vincula las derechas radicales con el mundo tecnológico de Silicon Valey y dice que sus referentes cuestionan la democracia y la igualdad y los define como libertarios decepcionados devenidos en reaccionarios. De esta manera, internet, la tecnología y la Web 3.0 son vistos como una vía de escape de la soberanía de los Estados. De esta manera, la Web 3.0 devendría en un sistema sin intermediarios, sin Estados y supuestamente mucho más democrático. El autor ejemplifica esto con la compañía PayPal que se centró en la creación de una nueva moneda mundial, libre de todo control y dilución gubernamental.
Volviendo al tema inicial de la salsa de tomate en Las Margaritas, esta “rebeldía” no va a tener ninguna consecuencia palpable en la ecología. Se recuerdan más las obras dañadas que el mensaje que supuestamente quieren transmitir, porque una cosa no tiene nada que ver con la otra y esto lo único que genera es rechazo. Incluso hay una teoría conspirativa que dice que Just Stop Oil es una jugada de la industria petrolera para desacreditar a movimientos ecologistas legítimos, como podemos ver en estos twits.
Todos los extremismos dañan los logros ganados por una sociedad más justa e igualitaria, ya sea de un lado o del otro, simplemente son la distintas caras de la misma moneda. Si lo que queremos es, por lo menos, mejorar la justicia social el mejor camino es el consenso pero, la verdad, está difícil. Como dijimos al principio, la era de la posverdad, las redes sociales, la sobreinformación (y agregamos acá para dejarlos pensando el fervor por el individualismo) ponderan las ideologías extremistas que solo nos llevan al caos.
Be Influencers recomienda
Para profundizar en la radicalización de ideologías y sus consecuencias, les proponemos ver este video de The Take titulado The "Death" of Feminism - Why The Movement Is In Crisis donde reflexionan sobre la crisis actual del movimiento y sus posibles next steps en el contexto actual.
Vamos con un podcast que, en principio, parecerá que no tiene nada que ver. Hablamos de Caso 63, una audio serie sobre viajes en el tiempo, pandemias y amor. ¿Cómo? Sí (y está muy bueno) pero en este caso, queremos recomendarles específicamente escuchar el capítulo 7 donde el viajero en el tiempo en cuestión, describe un futuro donde la libertad de expresión estará totalmente coartada por un grupo selecto que decide qué es correcto y qué no. ¿Ficción o realidad?
Por último, para relajar un poco, vamos a hablar de arte y de una creadora de contenido, @callmezafira, quien nos da perspectivas más que interesantes sobre el arte, la estética y tendencias desde una mirada cultural. ¡Súper recomendada!
Gracias por leernos. Nos pueden encontrar en Instagram como @juanmarenco y @nati.alfonsoo. ¡Hasta la semana que viene!