Hola, somos Juan Marenco y Natalia Alfonso y te presentamos Be Curious, un newsletter de Be Influencers. Acá vas a encontrar una recopilación de cosas que nos interesan, nos llaman la atención y, sobre todo, nos hacen pensar.
Top 3 de la semana
Hay influencers que están volviendo a sus trabajos tradicionales: Mientras el sueño de muchos sigue siendo pegarla y ser influencer o creador de contenido es una búsqueda de gran parte de la juventud, no es un trabajo fácil. El poco dinero que ingresa a la mayoría, los comentarios, la exposición pública son algunas de las causas por las que algunos de ellos están decidiendo volver a sus trabajos más tradicionales.
Trump le da más vida a TikTok: Una situación que parece ser una amenaza permanente, pero donde no pasa nada, Donald Trump dice que ahora le dará una extensión a TikTok si no consigue comprador en Junio. Antes fue enero, ahora junio y no sabemos bien si en algún momento la amenaza será real, pero por ahora TikTok no tiene demasiados problemas en Estados Unidos.
Lo que faltaba, Netflix se TikToriza: Hace unos días la principal plataforma de streaming anunció varios cambios de diseño para hacernos más fácil la navegación, supuestamente, y que podamos encontrar lo que queremos de una forma más sencilla. Pero no sólo eso, sino también un feed vertical con clips de series y películas de Netflix (un formato que funciona mucho en TikTok hay que decir) para sumarse a la ola de scrolleo infinito. Basta.
Cultura de la Influencia
En un mundo lleno de tensiones, donde cada cosa que decimos o que hacemos puede ser tildada de estar a un lado u otro de la grieta política, las marcas no podían ser la excepción y en en news de hoy queremos hablar un poco de eso, sin tener demasiado claro nada, pero intentando aportar alguna reflexión al caos.
La digitalización de la vida, apartir del inicio de los dosmiles, nos fue llevando de a poco a un mundo cada vez más binario donde la escala de grises parece ser un imposible, donde tenemos que tener opinión sobre todo al instante y, frente a la imposibilidad de profundizar, la mejor manera de canalizar esa opinión es asociándolo a algo ya conocido: esto es nazi, esto es de zurdo, tal cosa es de macrista, tal otra de kuka y así. Juan siempre dice en la agencia que esta época le parece insólita, porque todo ok con que estemos basados en el sistema binario de 0s y 1s, pero entre el 0 y el 1 hay infinitos números, y eso es justamente lo más rico.
Pero eso no es el punto de este news, o si, no sabemos, como dijimos no lo tenemos tan claro, el punto son las marcas y la discusión pública. La gran mayoría de las marcas, diríamos el 99% de ellas no tienen opinión, no bajan línea, no quieren meterse en ningún barro. Son pocas, cómo Nike, que se plantan en posturas de defender ciertos valores (miremos Dream Crazy, miremos el último Super Bowl) y la gran mayoría van siguiendo la moda de turno, intentan ser aspiracionales y lograr vender más evitando todo tipo de conflicto u asociación política.
Hasta hoy.
Bah, hasta hace unos años, cuándo la moda de turno pasó a ser la inclusión, el propósito y esa la participación de las marcas empezó a ser vista como ideológica en un mundo que parecía que iba linealmente hacia ese lugar, pero que había todo un montón de personas que veían eso con bronca silenciosamente y no tanto y empezaron muy de a poco, pero con firmeza a oponerse a esas posturas y acusar a esas marcas y a intentar boicotearlas. Uno de los primeros movimientos en ese camino empezó en Twitter, cuándo no, con el #GoWokeGoBroke es decir, si te hacés Woke, quebrá.
La marca que empezó a recibir esos ataques fue Disney, pero la siguieron varias como Nike, Coca y el famoso caso de Bud Light. A partir de eso, y con el cambio de clima de época, muchas marcas y empresas empezaron a modificar sus políticas de inclusión, finalizando sus programas internos (como lo hicieran Ford, Citibank y hasta el propio WPP), modificando su publicidad sin tener en cuenta ningún checklist de inslusión (miren el comercial de BudLight en el Superbowl sino), pero muchas veces eso no alcanza, la conversación está instalada y ya cualquier tipo de actitud puede revestir la acusación del otro.
Uno de los casos que más nos llamó la atención en el último tiempo ocurrió durante el Lollapalooza Argentina de este año cuando la banda Dum Chica pasó un video hecho con Inteligencia Artificial donde se podía ver al presidente argentino Javier Milei como una especie de diablo vampiresco con la boca llena de sangre. Automáticamente las redes sociales (principalmente Twitter, claro) se llenaron de comentarios acusando a la banda y al festival, tanto es así que Dum Chica hizo un comunicado desligando de responsabilidad al Lollapalooza y el festival hizo lo propio sacándose responsabilidades. Por el sólo hecho de que una banda haya tenido expresión artística durante el marco del festival, ya el Lollapalooza era parte de la grieta. Pero esto no quedó acá, como el escenario era el Flow y la pantalla tenía la marca Samsung, ¡ambas marcas empezaron a ser acusadas y a recibir críticas! ¡Por tener el logo en el lugar y momento no indicado!
Y así podríamos seguir interminablemente viendo como cada acción, cada like, cada posteo, cada imagen hecho por alguna marca puede ser utilizado por propios o ajenos para acusar a la marca de estar en tal o cual postura.
Por supuesto que esto es un momento muy incómodo para las marcas, imaginen ser Samsung, estar apoyando el festival más grande de música de la argentina y que, por un video, una tribu de personas te acuse de hacer política o de ser contraria al gobierno actual. Aparecen las preguntas, la necesidad de generar un contra relato, de contestar, de participar de ese debate de alguna manera. O no.
Quizás uno de los beneficios de la actualidad, que también es un problema, pero en este caso puede ser tomado como algo positivo, es que la gran mayoría de lo que estamos viendo diariamente es efímero. Es más, seguramente muchos de ustedes no hayan visto lo que pasó con Dum Chica en Lollapalooza o si lo vieron no vieron el comunicado, o no vieron las críticas a las marcas, o quizás vieron todo, pero ya se olvidaron completamente y no les movió un pelo su opinión sobre Lollapalooza, Flow o Samsung.
¿Y entonces qué hacemos? Se preguntarán con razón. Por supuesto que no tenemos la respuesta final, sino seríamos (o nos creeríamos) una especie de gurúes que no somos, pero sí podemos ensayar algo. Desde este humilde espacio creemos que las marcas tienen que acostumbrarse a convivir, al menos por ahora, con este clima de época y no asustarse y tomar decisiones conservadoras para no sufrir las represalias posteriores. Las marcas que no quieran tomar posición tendrán que sostener sus discursos, sus campañas, y participar de las conversaciones más amplias a pesar de la posibilidad de recibir críticas.
Y, cómo decimos siempre, entender que las crisis son realmente crisis cuándo escalan (como el caso Bud Light), el resto de las veces son apenas unas horas de gente puteando que al día siguiente ya se olvidó.
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Y si hablamos de grietas, tenemos que hablar de algoritmos y de quiénes están detrás de eso aprovechándose de sus diseños para poder profundizar la grieta y capitalizarla. Por eso les recomendamos Los ingenieros del caos del italiano Giuliano Da Empoli. Es un libro que tiene más de 4 años, pero que es perfectamente actual para entender la realidad.
Gracias por leernos. Nos pueden encontrar en Instagram como @juanmarenco y @nati.alfonsoo. ¡Hasta la semana que viene!
Muy buena la recomendación del libro! Ya lo compré.