Hola, somos Juan Marenco y Natalia Alfonso y te presentamos Be Curious, un newsletter de Be Influencers. Acá vas a encontrar una recopilación de cosas que nos interesan, nos llaman la atención y, sobre todo, nos hacen pensar.
Top 3 de la semana
Instagram quiere que haya más gente en la app y usa a creadores: Rarísimo, pero está testeando un plan de referidos para que haya más usuarios en la aplicación. Parece que se frenó el crecimiento.
Lo que funciona son las noticias negativas: Este usuario de X hizo un testeo rápido y sencillo para ver cómo le iba con distintas sentencias y los resultados son obvios, pero también sorprendentes. Lo que funciona es lo negativo.
Los chicos usan el celular antes de los 10 años y el 80% usa redes todos los días: Quizás nos estamos pasando de rosca con la tecnología y los chicos. ¿No?
Cultura de la Influencia
Hoy queremos pensar un poco sobre lo obsesionados que estamos con definir a las diferentes generaciones. Es común y necesario realizar categorizaciones mentales para poder comprender el fenómeno que estamos estudiando. Sin embargo, sentimos que el tema de las generaciones se nos está yendo un poco de mambo y parece que esa categorización se ha convertido en una competencia para ver cuál es la generación que más problemas tiene y la que peor la pasa. La Gen X porque está invisibilizada. Los Millennials porque no pueden acceder a una vivienda propia y no tienen las mismas posibilidades que sus padres boomers por una economía global es crisis. Y la Gen Z porque están absorbidos por las pantallas y son incapaces de mantener vínculos sincrónicos y salir de su propia burbuja narcisista.
Todo eso es cierto y también lo es que todas las generaciones tienen una problemática principal que afrontar debido a los avances (¿o retrocesos?) de la sociedad. Sin embargo, y también como un reflejo del clima de época, esta categorización está demasiado atomizada. La Gen X está invisibilizada, es cierto. Pero también podría decir lo mismo un chico de 20 años que vive al estilo Hikikomori (en aislamiento social total). Cuando se estrenó la serie Adolescencia, gran parte de la conversación giró en torno a que, en realidad, los adultos no tenemos ni idea de qué piensan ni de cómo se comunican los jóvenes hoy (escribimos al respecto acá también, obvio). Hasta hace unos años decíamos que la Gen Z era la generación más abierta, inclusiva y progresista de la historia. Hoy nos dimos cuenta de que es una generación con un deseo de retornar a los valores y roles tradicionales.
¿Cuál es el principal problema de todo esto? Que ambas cosas son ciertas. La Gen Z es muy progresista y muy conservadora al mismo tiempo. Si hacemos un rápida búsqueda en Google, vamos a ver algunos artículos que nos hablan del aumento del ateísmo en el mundo y, a continuación, otro que nos dice que la religión se está volviendo cool. Y acá es cuando nos transformamos en el meme de Travolta.
¿Qué caraj*s está pasando entonces? Que todo pasa al mismo tiempo, tal y como decía la película ganadora del Oscar del 2022 Everything Everywhere All at Once. Todo está blendeado y creemos que el mejor ejemplo para ilustrarlo es el Coachella de este año. Cuando nosotros éramos jóvenes, ir a un festival era sinónimo de, dicho en criollo, dársela en la pera. Pero el Coachella de este año no sabemos bien si fue un festival de música, de moda o de wellness. En este breve video se explica bien. El festival incluyó yoga, running, masajes deportivos, baños de hielo para recuperar el cuerpo. ¿Acaso no hubo gente que simplemente fue a pasar un buen rato y escuchar música? ¿O gente que haya ido a permitirse algunos excesos en contraposición a las clases de yoga a las 7 am? Claro que sí. Solo que todo coexistió en un mismo espacio. Y, la verdad, funciona.
Vamos con un ejemplo más local. Las famosas Coffee Raves que se pusieron tan de moda en los últimos años en Buenos Aires. Estas raves son fiestas (¿fiestas?) que se realizan los sábados o domingos a la mañana en cafés de especialidad con un DJ pasando música en vivo. Allí conviven las personas fans del wellness y los que se van de after después de la joda del viernes o sábado a la noche. Una cosa hermosa y un digno espectáculo de presenciar. Pero sin embargo, repetimos, funciona.
¿Todo esto, entonces, significa que todos los Gen Z no quieren más fiestas y excesos y son devotos al wellness? Claro que no. Existen ambos extremos, como siempre han existido. La principal diferencia es, quizás, que ahora existe una oferta para todos que hasta pueden coexistir en un mismo espacio. Y eso está bueno.
Vamos con una paradoja que sale de esto. ¿Cómo puede ser que hablemos de tanta convivencia de intereses distintos en una sociedad tan polarizada? Apa, qué pregunta. Esto nos parece bastante peculiar y creemos que la respuesta es (música de suspenso por favor) las redes sociales.
Es cierto que la sociedad está muy polarizada y que tomarse el tiempo para encontrar los matices es visto como una pérdida de tiempo. Sin embargo, hay esperanza porque esto sucede en las plataformas digitales donde somos impulsivos porque no vemos consecuencias inmediatas. A lo sumo nos puteará alguien que está “del otro lado”, y nada más. En el plano digital, es muy fácil hacerse el cocorito (¿de qué generación es esa expresión?). Sin embargo, en el plano físico todavía podemos coexistir y hacerlo de una manera mucho más amena. Casi nadie se anima a decir en la cara lo que se dice en un comentario de redes.
La mixtura de microtendencias en un mismo espacio es algo a celebrar en un mundo que parece tan dividido y nos enseña que así como pueden convivir la fiesta y el wellness en un mismo festival, también lo pueden hacer las necesidades e intereses de distintas generaciones. Tenemos que dejar de atomizarnos y entender que las problemáticas sociales y culturales nos atraviesan a todos. En distintos momentos de la vida es cierto, pero nos atraviesa al fin. El embebimiento por las pantallas a partir de la masificación del smartphone y, en términos de Jonathan Haidt, la Gran Reconfiguración nos afecta a todos, no solo a la Gen Z o Alpha. Todos estamos más socialmente fóbicos. Todos tenemos FOMO. Y así como es un problema de todos, también la solución es colectiva. Quizás, si todos hacemos el esfuerzo de no mirar el celular cada 15 segundos y, dicho de manera metafórica, nos animamos a tocar un poco de pasto y tener una charla sincrónica con alguien, hagamos un mundo mejor para las generaciones que vienen, sin competir por ver quién la está pasando peor, sino entendiendo que comunidad y unión mata smartphone y polarización.
Be Influencers recomienda
Para seguir con la línea del tema de hoy, queremos recomendarles este video de The Verge titulado Is Covert Narcissism Destroying Critical Thinking? Allí se reflexiona cómo los feeds ultra personalizados y el fenómeno denominado What About Me Syndrome (de lo que escribimos acá también jeje) está afectando nuestra capacidad de pensamiento crítico y de tomar, al menos parte, de una opinión distinta como algo válido.
Gracias por leernos. Nos pueden encontrar en Instagram como @juanmarenco y @nati.alfonsoo. ¡Hasta la semana que viene!
Muy buena la edición de hoy. Gracias!