Hola, somos Juan Marenco y Natalia Alfonso y te presentamos Be Curious, un newsletter de Be Influencers. Acá vas a encontrar una recopilación de cosas que nos interesan, nos llaman la atención y, sobre todo, nos hacen pensar.
Top 3 de la semana
Mr beast postea su primer video en X: Hace unos días contamos que había una batalla Elon vs MrBeast y qué el youtuber decía que no quería usar X por el poco revenue que le podía dejar. Bueno, Elon lo convenció y subió su primer video al que le está yendo realmente bien, ya hizo más de $250.000 de facturación. Eso sí, para muchos el video estuvo movido por la propia plataforma “a mano” para convencerlo además de que Mr Beast dice que están comprando ads después de las reproducciones. Linda novela.
BeReal quiere repuntar y apunta a celebridades: La aplicación, que al día de hoy cuenta con 23 millones de usuarios diarios, quiere crecer y apunta a sumar celebridades y marcas. En un mundo anichado e hiperfragmentado, Be Real parece ser una app para poca gente, pero sostiene un nicho relativamente intenso al que seguramente a muchas marcas les sirva apuntarle.
TikTok está probando videos de 30 minutos: Evidentemente estos chicos van por todo, el año pasado testearon 10 minutos, pero ahora ya van por 30. El entretenimiento parece no tener fin y claramente ya esto compite con plataformas como Youtube y Netflix.
Cultura de la Influencia
La semana pasada arrancamos el año hablando de la mentalidad de contenidos y de pareciera que estamos pasando de un FOMO a un FOBO (Fear of Beign Out), es decir, no solo tenemos miedo de perdernos cosas, sino de no generarlas, de no ser parte de esas cosas.
Retomando el concepto esta semana nos vamos a meter con algo complejo al que le tenemos un poco de miedo desde el arranque porque no queremos decir ninguna boludez, pero que nos viene atravesando hace varios meses: la soledad de la sociedad actual y sus consecuencias.
Mucho se ha escrito (también nosotros) de cómo la sobreabundancia de información logra exactamente lo contrario: desinformación y con ello una crisis contradictoria de saber cada vez menos mientras vemos cada vez más noticias. Hoy los medios de comunicación están sufriendo el escarnio de la ruptura de las viejas estructuras mientras que las personas y los influencers ganan terreno en la vocería y la verosimilitud como fuentes de información, pero a sí mismo son también las principales fuentes de fake news.
Esa situación paradojal la estamos viviendo también con los vínculos, mientras estamos todo el día conectados, no damos a basto para consumir la cantidad de contenido que se genera en las redes sociales, no nos alcanzan las horas para responder a todos los mensajes ¡y grupos! de Whatsapp y, aunque tenemos más gente a la mano que nunca, más sólos estamos. Y no es una sensación: 1 de cada 2 ciudadanos estadounidenses se siente sólo. Bueno, es una sensación, nos dirán, pero no, pasamos cada vez más tiempo solos y cuando decimos solos estamos hablando de lo físico, del encuentro interpersonal, no de estar conectado enviando mensajes personales o laborales.
Aproximadamente el 50% de los hogares de la ciudad de Buenos Aires es unipersonal lo que ya nos pone en guardia respecto a una cierta cantidad de horas en soledad, que se refuerza con que, a medida que pasan los años, pasamos menos tiempo con amigos y familia. Sumado a esto los vínculos cercanos, esos que sirven para profundizar, para poder estar acompañados en ciertos momentos, son también cada vez menos: el 12% de los americanos dice no tener amigos cercanos y el 32% menos de 3. En el medio de eso pareciera que movernos es tan sólo un esfuerzo ya que tenemos todo a mano: ¿Querés comida? Rappi o Pedidos Ya. ¿Querés entretenerte? Netflix, Youtube, TikTok. ¿Querés conocer a alguien? Tinder, Grindr. ¿Tenés que ir al banco? No hace falta, homebanking y chat. ¿Tenés que ir al médico? Consulta virtual. ¿Tenés que ir a trabajar? Homeoffice…. Nuestro celular se transformó en una casa transportable, ya no necesitamos terceros espacios para poder hacer lo que antes hacíamos físicamente.
Pero no solo hablamos de vínculos de amistad, también los de pareja: en la argentina durante la pandemia se duplicaron los casos de divorcio pasando de 12.000 a 24.000 por año, en Estados Unidos el 30% de las personas sexualmente activas debajo de 30 años no tuvieron sexo durante los últimos 12 meses y son cada vez más los discursos y los debates de una generación z es la generación que menos sexo tiene y sus consecuencias en la salud mental. A su vez las vinculaciones sexoafectivas de esta generación están 100% mediatizadas por redes sociales y aplicaciones de citas.
La mediatización digital trae, además, otras consecuencias: la atracción física mediante una imágen, la propia narrativa de cada persona y hasta la ubicación geográfica son filtros que hacen a alguien más o menos posible de generar un match. Para decirlo de otra manera, según esta investigación, en lo que a parejas heterosexuales se refiere, el algoritmo de Tinder prioriza a los hombres exitosos económicamente y de cierta edad y a las mujeres jóvenes y hegemónicas. Es por esto que, como dice nuestro amigo Scott Galloway, las aplicaciones de citas son muy buenas para el 10% más agraciado (en el amplio sentido de la palabra), son bastante buenas para quienes están entre el 11% y el 50% y son un desastre el resto. No es raro entonces que la GenZ sea la generación que menos sexo tiene que y que nos encontremos permanentemente en las redes sociales con quejas de la imposibilidad de encontrar pareja. ¿Piensan que estamos exagerando? Hicimos una búsqueda muy sencilla en Youtube a ver qué está pasando, ¡y miren la cantidad de material que hay!
Lo llamativo de todo esto, como decíamos al principio, es que estamos rodeados de gente en redes sociales, tenemos a la mano hasta al primer compañero de jardín de infantes, tenemos aplicaciones de citas que supuestamente nos facilitan conocer gente porque están repletas de personas que están buscando, como nosotros, un par, pero estamos cada vez más solos. Es decir, cómo nos pasa con las noticias, existe una paradoja de la elección donde la multiplicidad de la oferta de, en este caso, vínculos posibles nos genera un resultado contrario al buscado. Pareciera ser que esa sobre oferta lo único que genera es una imposibilidad de elegir, un agobio de indecisión donde se nos juegan muchas cosas. Como ya sabemos cada elección implica una renuncia y, en una época de sobre estimulación, esa renuncia parece imposible de asumir. Elegir estar con alguien o estar en algún lugar implica necesariamente no estar con otra persona o no estar en otro lugar y ahí vuelve el FOBO del que hablábamos la semana pasada.Entonces aparece otra cosa que, quizás, y esto es sólo una hipótesis, no ayuda a esta sensación general de soledad: al no elegir nada, estamos viviendo una vida un tanto insípida y no satisfactoria que termina siendo bastante contradictoria a lo que decimos que queremos y a las posibilidades que técnicamente se nos ofrecen.
Sigamos que hay más.
Quizás ayude a reflexionar sobre el tema el hecho de que la algoritmización de la vida nos hace pensar que tenemos que estar solo con gente que piensa parecido, o similar y estamos cada vez más imposibilitados a construir en base a las diferencias. La grieta política es cada vez más anichada, y encontramos excusas para no convivir con otros en cuestiones muy, pero muy menores ¡y lo mismo pasa cuando queremos conocer a otro para salir! La altura, el peso, el color de pelo, el tener pelo, el equipo de fútbol, ¡el signo!, la ideología, el barrio, la clase social, los gustos musicales, los gustos culinarios, el vegetarianismo, el veganismo, el carnivorismo, las series, todas parecen ser excusas válidas para limitar nuestras opciones y terminar eligiendo… nada.
A esto se le suma una incapacidad física, casi llamativa, de diálogos personales: whatsapp y las redes le ganan, ahí decimos lo que queremos y nos animamos a más cosas, mientras que en la interacción física estamos cada vez más incapacitados a vincularnos. ¿Es una exageración? Quizás, pero es llamativo la disociación que existe entre la identidad digital de la identidad física. Existe una distancia enorme entre el involucramiento emocional que significa estar físicamente con alguien charlando que mandando mensajes de Whatsapp y está bastante claro que, cada vez más, evitamos ese involucramiento. Lo vemos en gente jóven, pero también pasa cuando vemos a gente que respetamos, admiramos y parecen muy serias en sus vidas personales perder completamente la compostura en el mundo digital y transformarse en otros. ¿Somos en realidad uno con distintas facetas? Claro, pero vamos a tener que empezar a unirlas si queremos ser y parecer y si queremos cumplir con las expectativas que generamos en el mundo digital.
Esta amplitud de la soledad, no sólo está generando problemas de salud mental, sino también el aumento de consumo de pornografía. Durante el 2022 Onlyfans aumentó un 22% sus usuarios y un 47% sus creadores, es decir, no sólo tenemos más gente yendo a consumir sino cada vez más gente creando contenido y aumentando la oferta. Pero el caso de OnlyFans es llamativo también porque, el uso de la plataforma no está sólo asociado a una satisfacción pasajera, sino que muchos hombres están entrando a la plataforma a buscar conexiones, hablar con alguien que les de bola, afecto básicamente. Por supuesto que esto no es una práctica novedosa, pero sí en la cantidad de personas que lo hacen, hoy Onlyfans cuenta con 325 millones de usuarios anuales. En la investigación hecha por BusinessInsider 9 de 10 creadores de contenido respondieron que construyeron vínculos emocionales con algunos de sus seguidores y algunos de los usuarios entran a la plataforma para tener “la experiencia de tener una novia”.
No queda muy claro todavía cuál es la consecuencia de esto, según este estudio sirvió para generar mejoras en la vida real, en sus relaciones, en mejorar la comunicación y la intimidad, mientras que otros especialistas plantean que las personas solas que van a Onlyfans en búsqueda de conexión pueden quedar todavía más solitarios.
Bueno chicos, ¿y qué hacemos con todo esto? Realmente no tenemos una respuesta única al problema, pero sí queríamos al menos plantearlo y creemos que todos los que somos parte de este ecosistema somos un poco responsables de mejorarlo. Si lo pensamos hasta desde un lugar de interés, son muy pocas las marcas a las que les convenga tener a sus consumidores solos y con problemas de salud mental. Así que, al menos desde el interés, podemos generar algún aporte.
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Hoy vamos a recomendar una serie que nos hizo emocionar (y eso que acá somos gente dura #punks). Se llama Carol y el fin del mundo y la pueden ver en Netflix. En esta historia, quedan solo unos meses para que un asteroide misterioso haga explotar a la Tierra pero lo lindo es que, en lugar de tratarse sobre un héroe que intenta salvar a la humanidad, trata sobre la vida cotidiana en este contexto. ¿Qué pasaría si a nuestro mundo le quedaran tan solo unos meses? ¿Qué haríamos? Acá, nuestra protagonista es Carol, quien mantiene una vida sorprendentemente normal. Va a trabajar a una oficina y vuelve a su casa a descansar. No mucho más que eso. Carol es una persona a la que los vínculos le cuestan y tiene la tendencia de alejarse de todo el mundo. Sin embargo y por distintas circunstancias que ya van a ir viendo, empieza a abrirse a distintas amistades y le cambia la perspectiva completamente a esos últimos meses de vida. Trágico, pero profundamente bello.
Gracias por leernos. Nos pueden encontrar en Instagram como @juanmarenco y @nati.alfonsoo. ¡Hasta la semana que viene!