Hola, somos Juan Marenco y Natalia Alfonso y te presentamos Be Curious, un newsletter de Be Influencers. Acá vas a encontrar una recopilación de cosas que nos interesan, nos llaman la atención y, sobre todo, nos hacen pensar.
Top 3 de la semana
¿Llegó el momento de un cambio rotundo en el mundo de los influencers? Esto podría ser un texto largo de Cultura de la Influencia, y quizás lo sea en unas semanas, pero no queríamos dejarlo pasar por ahora. Parece que el mundo de los influencers llegó a su primer crisis grande y empieza a necesitar algunos cambios para poder seguir creciendo. Ojo que cuando decimos crisis no es una valoración negativa, sino mas bien una observación de que es un momento de cambio. ¿Por qué decimos esto? Lo primero que tenemos que decir es que la llegada de TikTok al mundo de los creadores, como ya hemos analizado acá, no es gratis y que viene aparejada de muchos cambios que no es que se producen sólamente por la novedad de la tecnología sino también por la propia demanda de la sociedad que ya estaba cansada del “instagram style” dominante. Y esos pasos ya son cada vez más claros, como dice la Revista Elle, hasta para los creadores de contenidos fashion llegó el momento de ser reales y no tan aspiracionales. Y a esa se le suma la llegada de los anti-influencers: creadores de contenidos que se dedican a recomendar que no comprar. Es decir que basan sus contenidos en criticar a marcas y a aconsejar cuáles no consumir. Es medio raro llamarlos influencers, ya que, si nos remontamos al inicio de este mundo, la influencia no tiene que ver con personas que venden productos o servicios sino con creadores que hacen contenidos que las personas quieren ver y que generan influencia. Pero sí es llamativo ver que esta necesidad de “ser más real” impacta y provoca la aparición de influencers que no sólo buscan ser amenos para las marcas sino lo más genuino y clave: relevante para sus audiencias. ¿Qué tenemos que aprender las marcas de todo esto? Que crear contenido poco genuino y poco orgánico tiene patas cortas, que es importante subirse a un storytelling y no interrumpirlo y que hay que buscar creadores nuevos siempre. ¿Qué tienen que aprender los creadores? Que a ellos los siguen por sus lo que hacen, no por sus relaciones con las marcas y que cuando tus contenidos son todos patrocinados el vinculo se empieza a romper y se buscan otras cosas.
Twitter de Elon, cada vez más raro: Si usás Twitter seguido y seguís a Elon Musk habrás notado que de repente estás viendo todos los tweets de él, y casi nada más. Una ridiculez si tenemos en cuenta que casi nunca vemos más de un contenido de un usuario por vez. ¿Es una casualidad? No, es que el CEO del pajarito vio que sus tweets estaban teniendo pocos views, echó a un ingeniero y obligó a la empresa a priorizar sus tweets por encima de los otros. Pero no solo está pasando eso, sino que varias organizaciones denuncian que la publicidad está corriendo sobre los tweets más extremistas y el mayor revenue de la plataforma está asociada a ese tipo de contenidos. Problemas en el paraíso.
Retomando el punto 1, pero del otro lado de la vereda, en China la cosa con los streamers está cada vez más rara. Resulta que el streaming en China geolocaliza y, dependiendo donde estés, podés lograr mejores resultados ya que las personas que consumen los contenidos son más permeables a pagar subs y dar plata a los creadores. ¿Qué hacen ellos entonces? Se van a streamear a los barrios más caros, en la calle… Black Mirror.
Cultura de la Influencia
San Valentín. El amor está en el aire. O no.
No es novedad que en los últimos 20 años, con la masificación de Internet y las redes sociales, la forma de comunicarnos y relacionarnos ha cambiado mucho. Como buena millenial, lo que más extraña Nati de cuando todo esto empezó es esperar a llegar a casa para chatear por MSN con tus amigos o esperar que aparezca el cartelito de que el chico que te gusta se había conectado. Por más nostálgico que esto pueda ser, hoy parece una locura. ¿Esperar a llegar a casa? Sí claro. Hoy podemos hablar con nuestros amigos o stalkear al chico que nos gusta en cualquier lugar y desde múltiples canales. ¿Cómo impacta esto en la forma de vincularnos?
Existen causas demográficas en estos cambios vinculares como el aumento de la esperanza de vida o el rol social de la mujer.
También existen causas culturales como la mayor aceptación de la diversidad sexual o la cultura YOLO (You Only Live Once) que invita a vivir el presente sin atarse a demasiadas estructuras a futuro.
Pero donde queremos detenernos es en los efectos de las plataformas digitales y para eso, vamos a detenernos en el concepto de hiperrealidad que describe la forma en que la conciencia define lo que es considerado "real" en un mundo donde los medios de comunicación pueden modelar y filtrar de manera radical la manera en que percibimos un acontecimiento o experiencia. La ubicuidad de las redes y smartphones genera que nuestra vida digital vaya siendo igual de importante que nuestra vida física, lo que implica una presión para que nuestras vivencias físicas puedan ser también contenido. Puede ser que, cada vez más, estemos más enfocados en mostrar las experiencias que en vivirlas.
Esta hiperrealidad implica también la normalización de vincularnos a través de pantallas o dispositivos. No por nada 500 millones de personas se han descargado Tinder. Esto no es necesariamente ni bueno ni malo, sino una realidad nueva y distinta. Sin embargo, esta hiperconectividad parece tener el efecto contrario al que quizás se espera. Hay varios estudios que aseguran que la Gen Z es la generación más solitaria. Parece ser que todas las facilidades que tenemos para comunicarnos, en realidad vuelven a los vínculos más confusos y complejos.
¿Saben quién habla de la hiperrealidad en los vínculos digitales de hoy? Bad Bunny (ah, seguro no se la esperaban). Sus canciones pueden parecer banales para algunos, pero muchas de ellas muestran muy bien un clima de época en cuestión de vínculos. Veamos un ejemplo. En la canción Tarot, una parte de la letra dice: “Si subiste una story, es pa' que te lo comenten. Si te mando un fueguito, es que me tienes caliente”. Si le mostramos este fragmento a nuestros abuelos, es probable que no entiendan nada y con razón cuando sus vínculos se basaron en hablar en persona, por teléfono o por carta. Sin romantizar el pasado, en este contexto de hiperconectividad e hiperrealidades, un simple emoji puede considerarse una forma de vincularse con alguien, o por lo menos un intento de.
Esta hiperrealidad, que nos muestra constantemente “cómo debería ser el amor” no solo en películas o series sino también en las redes sociales, en parte generan que los compromisos (incluyendo los vinculares) sean más difíciles de afrontar. La apertura y libertad que nos dio Internet, también nos deja la sensación de que “siempre puede haber algo mejor”. Volviendo a nuestro referente del amor en la era digital, Bad Bunny, en la canción Aguacero en la que el artista habla de una chica que le gusta, una parte de la canción le dice: “Tranquila, no te voy a decir te amo”. ¿Se imaginan a Chayanne con una letra así en sus exitosas canciones de amor? Las cosas han cambiado.
Sin embargo y repetimos, este escenario no es ni mejor ni peor, sino uno distinto. Parece que todo esto está resultando en un nuevo término que define mejor los vínculos de la generación más jóven: Situationship, un término que describe el área gris entre la amistad y una relación tradicional. Citando a este artículo de la BBC: “Para la Generación Z las personas son reacias a las relaciones a largo plazo porque son más introspectivas sobre el tipo de relaciones en las que quieren estar.
Y entonces, ¿por qué es importante que las marcas entiendan estos nuevos escenarios? Porque la forma en la que nos relacionamos influye en la manera que consumimos. Para ejemplificar esto, vamos a citar un ejemplo de GWI:
“Tradicionalmente, el 14 de febrero, las mujeres japonesas regalan chocolates a los hombres en sus vidas (incluidos colegas y amigos), y luego, un mes después, en lo que se conoce como el "Día Blanco", se supone que los hombres deben devolver el favor con un regalo blanco.
KitKat lanzó su KitKat's Heartful Bear exclusivamente en Japón justo a tiempo para ese día, mientras que Starbucks presentó su gama de bebidas de edición limitada.
La práctica de "Okaeshi", que es un regalo de "gracias", es algo que está profundamente arraigado en la cultura japonesa. Pero para muchas personas, la obligación de dar regalos a cambio de un regalo recibido puede encarecerse muy rápidamente. El aumento del gasto combinado con el cansancio de las cuestiones específicas de género y las expectativas sociales ha llevado a una disminución en la popularidad y el gasto.
Esto podría ayudar a explicar en parte por qué Japón se encuentra en la parte inferior de la tabla de clasificación cuando se trata tanto de celebrar esta ocasión como de comprar regalos”.
El reporte concluye que las marcas y los especialistas en marketing deben tener en cuenta los matices culturales y asegurarse de que su enfoque no sea de "talla única". ¿A qué se refiere?
Bueno para empezar y a pesar de que la forma de vincularnos está cambiando, San Valentín continúa siendo una fecha comercial muy importante. Según este reporte de Statista, el gasto total esperado del Día de San Valentín en los Estados Unidos en 2023 es de 25.9 billones de dólares que, además de ser una locura, es el segundo valor más alto desde el 2009.
Esto se da a pesar de que, según la misma fuente, San Valentín se festeja globalmente un 10% menos respecto del año 2009.
En nuestra opinión, esto tiene que ver con que la concepción del Día de San Valentín está cambiando, como también lo están haciendo otras festividades tradicionales. Ya todos sabemos que es una fecha comercial, que fuera de eso el día no tiene algo particular y que el amor se celebra todos los días, dicen por ahí. Inclusive, podemos ver en este reporte de YouGov que San Valentín se festeja más bien por tradición, porque “hay que hacerlo”.
Por esa razón, lo que buscamos más hoy en día es sacar ventaja de esa fecha como una excusa para tener experiencias (viajes, cenas, ir al cine, etc), lo cual va de la mano con la cultura YOLO que mencionamos más arriba. Más que regalar cosas materiales, queremos vivir experiencias, hacer recuerdos inolvidables, vivir como si no hubiese mañana, además de que, seamos honestos, las experiencias son un mejor contenido (no nos olvidemos de la hiperrealidad) que podemos mostrar al mundo por TikTok.
El marketing de experiencias no es algo nuevo, pero sí tiene muchas oportunidades para ofrecer a las marcas, especialmente en estas fechas. A eso se refiere, en nuestra opinión, el reporte que mencionamos antes de GWI respecto al enfoque sin "talla única". La forma de vincularnos es más amplia, los vínculos son más amplios y flexibles, así como también la percepción y forma de festejo de San Valentín. De esta manera, las marcas tienen un abanico de posibilidades comunicativas (y por lo tanto de venta) desde un San Valentín con amigos hasta experiencias pensadas para nuevos tipos de vínculos menos estructurados.
Be Influencers recomienda
La temática de hoy tiene mucha tela para cortar, así que para todos aquellos que deseen profundizar en las nuevas formas de vínculos en la era digital, acá van 3 recomendaciones:
Modern Religions For A Lonely World de Matt Klein: en este artículo, el autor responde a dos preguntas muy interesantes: ¿Por qué la gente es deficiente en significado, propósito, ritual y pertenencia hoy en día? ¿Y cuál es el papel de los productos, servicios, marcas u organizaciones para resolver estas necesidades?
Settling Down: Romance in the Era of Gen Z de Kyung Mi Lee: aquí la autora reflexiona desde su propia mirada millenial las nuevas formas de vínculos en la era digital.
Our conception of love is messed up de oliSUNvia: en este video Olivia también analiza la influencia de la hiperrealidad en los vínculos y cita el concepto de “mercado de personalidades” del autor Erich Fromm y su libro The Art of Loving.
Gracias por leernos. Nos pueden encontrar en Instagram como @juanmarenco y @nati.alfonsoo. ¡Hasta la semana que viene!