Hola, somos Juan Marenco y Natalia Alfonso y te presentamos Be Curious, un newsletter de Be Influencers. Acá vas a encontrar una recopilación de cosas que nos interesan, nos llaman la atención y, sobre todo, nos hacen pensar.
Top 3 de la semana
El futuro de internet será cada vez más anichado: Hemos hablado de esto ya, y lo volveremos a hacer, pero esta nota de The Verge nos gustó mucho porque da un poco de visibilidad sobre lo que se imaginan en base al estudio. Spoiler alert: pequeñas comunidades.
La guerra de los bots en el streaming no para: Todo empezó acá, cuando la cuenta de Real Time Rating vio que habían entrado bots al stream de Luzu. Rápidamente Nico Occhiato respondió aclarando que efectivamente eran bots y que ellos no fueron. Pero como Migue Granados, mientras estaba en el aire, tiró un tuit haciendo alusión a ese “pico de rating”, Occhiato rápidamente redobló la apuesta acusando a Granados y aclarando el tema. Obviamente Migue no se quedó afuera y se la siguió y hasta Mario Pergolini tuvo que salir a hablar, increíblemente, poniendo paños fríos. Lindo LAM les dejamos
¿Los influencers ya fueron?: Bueno, Unilever piensa aumentar su contratación en más de un 20%. Como dijimos antes, cuánto más anichado, más clara será la necesidad de tener interlocutores válidos.
Cultura de la Influencia
Hoy queremos hacer una reflexión general pero necesaria. Sentimos que algo está empezando a cambiar. ¿Notaron como todo el tiempo estamos siendo advertidos sobre los peligros del scrolling eterno y la fragmentación de nuestra atención? Hasta hace unos años esto era algo que se hablaba en ámbitos anichados (como en este newsletter, ejém) y hoy se habla en el mainstream. Salen noticias y estudios al respecto en el noticiero y en el diario. Se habla en un grupo de amigos un viernes a la noche cuando uno se queja de las apps de citas y otro cuenta que está haciendo un detox digital y se desinstaló Instagram y TikTok por unas semanas. Son cosas que escuchamos cada vez más seguido, ¿no? Hay una sensación general de cansancio y una búsqueda de encontrar espacios de disfrute por fuera de lo digital. Esto es algo bueno porque es consecuencia de una mayor consciencia del consumo problemático de pantallas. Nos estamos dando cuenta de que el hecho de que nuestra vida pase por una pantalla quizás no está tan bueno y no nos hace tan bien.
En el último mes se estuvo hablando y mucho de la serie estrella de este año: Adolescencia. Esta serie puso en agenda la necesidad de cuidar a los menores del abismo de internet y la problemática del gap que existe en los códigos de lenguaje y culturales entre los chicos y sus padres. Esto lo logró porque la serie no subestima al espectador y no baja ninguna línea. Simplemente relata (de manera tan exquisita como cruda) una realidad de la que poco se habla porque a los adultos se nos estaba pasando que estaba sucediendo. Aunque las redes sociales sean una especie de metarealidad, sus consecuencias son muy palpables. Ya hemos citado el libro Generación ansiosa de Jonathan Haidt donde expone varios estudios sobre esto.
También las marcas están agarrando este guante. Basta con ver la campaña de LG llamada Optimism your feed o la de KitKat donde “Have a Break” se convierte en “Phone Break” para hacer un llamamiento por la desconexión tecnológica.
Estamos entendiendo que una vida crónicamente online (otro término que se hizo mainstream) nos deja más vacío, más soledad, más aislamiento y más polarización. Nos estamos dando cuenta que estamos criando generaciones con miedo al contacto físico y sincrónico, un contacto que no se puede ni editar, ni curar, ni borrar. Está demostrado que las redes sociales funcionan con una mecánica muy similar a la de los tragamonedas de los casinos: un subidón de dopamina con una recompensa variable, una recompensa que a veces viene y a veces no, pero que siempre estamos esperando. Esa es la mejor manera de generar una adicción en una persona. Y si es peligroso para los adultos, imagínense para un niño o adolescente que todavía está formando su cerebro, su personalidad y su autopercepción.
Sin embargo, estos brotes de una búsqueda de algo distinto vienen principalmente de los más jóvenes, de los nativos digitales que no llegaron a conocer demasiado otra cosa. Ellos son los principales afectados y los principales impulsores de estos cambios.
¿Qué sigue entonces? La verdad, no lo tenemos muy claro. Esperamos que sea el inicio de una evolución hacia algo más sostenible y equilibrado. Por supuesto que romantizar el pasado y querer volver al 1900 y mandarnos cartas no tiene ningún sentido, pero sí deberíamos encontrar la manera de integrar las pantallas con una vida más en contacto real, especialmente para los chicos. Durante el último tiempo estuvimos bastante pesimistas, así que quizás es momento de elegir creer y volvernos un poco más optimistas. En algún momento, vamos a alcanzar límites humanos que ni los eruditos tecnológicos pueden sobrepasar (o eso creemos). La atención es un recurso finito y los contenidos no pueden ser más cortos que un cierto rango. Quizás hasta nos cansemos del todo del contenido brainrot y volvamos a valorar un poco más la calidad sobre la cantidad. El contexto de crisis en la política global y el avance imparable de la IA sin detenernos un segundo a reflexionar sobre la parte ética y filosófica de la cuestión, no ayuda mucho a sostener ese optimismo. Pero a veces de las peores crisis, vienen los mejores resultados.
*(Cierra con música triunfal)*
Be Influencers recomienda
Si les interesa seguir con este tema (que tiene mucha tela para cortar), les recomendamos un video essay titulado The Post Brainrot Future donde se explica que estamos asistiendo al fin de una era definida por la atención fragmentada y el consumo algorítmico de contenido y cómo a medida que se instala la fatiga digital, una nueva sed de profundidad y significado emerge.
Gracias por leernos. Nos pueden encontrar en Instagram como @juanmarenco y @nati.alfonsoo. ¡Hasta la semana que viene!
¿Será lo que se viene? https://www.theoffline-club.com/