Mentalidad de contenidos, Mr. Beast vs Elon y periodismo en redes.
Todo lo que querías saber del mundo de los influencers.
Hola, somos Juan Marenco y Natalia Alfonso y te presentamos Be Curious, un newsletter de Be Influencers. Acá vas a encontrar una recopilación de cosas que nos interesan, nos llaman la atención y, sobre todo, nos hacen pensar.
Top 3 de la semana
El periodismo se va para las redes sociales: Cerca de fin de año hablábamos de como TikTok está siendo elegido como fuente de noticias y el desafío que eso significa para los medios de comunicación y para la sociedad en su conjunto. A esto se le suma la cada vez mayor oferta de productos periodísticos en el ámbito del streaming. Desde El Loco y el Cuerdo hasta Clank!, pasando por la vuelta del amado Damián Kuc y sus Historias Innecesarias, el periodismo es cada vez más digital y menos TV.
Mr. Beast le dice no a Elon: En un intercambio de Twitter que habla mucho de lo que es hoy la industria del entretenimiento Mr Beast, el Youtuber más grande del mundo, rechazó subir sus videos a X “porque no facturaría ni una fracción de lo que factura en Youtube”. Lo interesante de esta nota es que abre al público un debate que tiene años: cómo generan ingresos los creadores de contenidos.
En este 2024 repetimos, el trabajo con influencers sigue funcionando: Según este estudio más del 50% de la Genz realizó una compra a partir de la recomendación de un Influencer. Por supuesto que esto nos obliga a pensar mejor cómo se mide y dónde el trabajo con influencers, pero suma un paso más.
Cultura de la Influencia
Empezamos este 2024 con la viralización de este video del año nuevo en París. ¿La razón? Todo el mundo viendo y filmando a través de sus celulares el show que brinda la ciudad en lugar de “vivir el momento” y, a muchos de nosotros, nos parece algo triste porque representa de manera sintética y muy gráfica cómo estamos viviendo gran parte de nuestra cotidianidad. ¿Acaso hemos perdido la capacidad de ir a comer a un lugar sin pensar en la foto del plato para Instagram? ¿Somos capaces de tomarnos unas vacaciones sin pensar en grabar videos para luego hacer un reel o tiktok que sintetice y muestre a todo el mundo lo felices que fuimos durante ese viaje? ¿Podemos ir a un recital sin grabar absolutamente todo lo que sucede? ¿Nos detenemos a pensar en esto en algún momento? De eso vamos a reflexionar hoy en esta primera edición del año. Acompáñenos.
En algún momento de nuestras vidas y sin darnos cuenta, empezamos a vivir experiencias con una mentalidad de contenidos. Hoy, todo es contenido, inclusive lo más mundano y cotidiano. Hace algunas semanas hablamos del Main Character Syndrome y cómo las redes sociales nos permiten sentir que tenemos algo que contarle al mundo y armarnos nuestra propia narrativa de nuestras propias vidas. Como sabemos, las marcas están paradas sobre el marketing de experiencias. Un dentífrico no es un dentífrico, es una experiencia de sabor y frescura. Un café molido que se compra en el supermercado no es un café, es una experiencia de empezar las mañanas de la mejor manera. Etc, etc, etc. ¿Y qué es lo que mostramos en las redes? Experiencias. Competimos para ver quién hace el video más aesthetic del flat white (osea el clásico café con leche pero de Palermo #SorryNotSorry) con nuestra cafetera aesthetic y nuestra taza aesthetic. Todo es una experiencia, todo es contenido.
Nuestro amigo mexicano José M analiza en este video de una manera muy interesante cómo TikTok está cambiando la lógica de los recitales tanto desde el público como también desde las performances y la producción. Reflexiona acerca de cómo el filmar en un recital pasó de ser el deseo de mantener un recuerdo a ser un commodity (o sea un producto fácilmente comercializable) y cómo los artistas se convierten en productos que el público busca comercializar en redes (especialmente en TikTok). Además, desde la producciones de los shows también se busca esto. ¿Se acuerdan de toooodas las fotos y videos que vimos en los recitales de Coldplay con las pulseritas luminosas? Todo está pensado como contenido con un disparador para que luego las personas lo muestran en sus redes.¿Cuál es la recompensa? Bueno, para las productoras generar conversación alrededor de un show. ¿Y para el público? Visibilidad, likes y atención de desconocidos. ¿Un poco triste? Para nosotros sí, pero también sabemos que objetivamente no es algo necesariamente malo, así que lo dejamos a su criterio #JelinekAlert.
A fines de diciembre, una persona que mantendremos en el anonimato nos comentó que se sentía presionada (sí, presionada, esa es la palabra que usó) a subir un reel a su perfil de Instagram resumiendo el año porque todo el mundo lo estaba haciendo. Esta persona no es influencer, no es creadora de contenido y no tiene absolutamente nada que ver con este mundo. ¿Cuáles eran las consecuencias de no subir ese reel? Ninguna. ¿Alguien estaba esperando ese reel? Honestamente, nadie. ¿Qué pasa entonces acá? La presión de mostrar esas experiencias. Es como si hoy en día todos fuésemos un mix entre periodistas, CMs y agencias de contenidos con un jefe invisible pero omnipresente que nos presiona a hacer más, más y más y al que nunca nada le es suficiente. El famoso FOMO de las redes sociales ya no es simplemente el miedo de perderse cosas, sino también de no generar cosas, aunque absolutamente nadie lo esté esperando. Podemos decir que pasamos del FOMO al FOBO (Fear Of Being Out).
Para profundizar un poco en este punto, vamos a hacer algunas citas del libro No-Cosas de Byung Chul Han a quien ya hemos mencionado muchas veces en este espacio. Han nos dice que “experimentar significa, abstractamente formulado, consumir información. Hoy queremos experimentar más que poseer, ser más que tener. Experimentar es una forma de ser”. Durante el año pasado hemos machacado a nuestros queridísimos lectores diciendo que lo que consumimos define nuestra identidad. Lo que queremos profundizar acá es que mostrar cosas materiales puede parecer de mal gusto, pero ostentar experiencias o no-cosas como las llama Han no lo es. Por ejemplo, si nos compramos una cartera de Louis Vuitton (ya quisiéramos) y lo mostramos en Instagram puede ser un tanto digamos vulgar, pero si nos vamos a un hotel 5 estrellas en Dubai donde la habitación sale 3000 dólares la noche (ya quisiéramos X2) no lo es, simplemente estaríamos mostrando nuestra vida. En la era de la exposición, las no-cosas nos definen más que las cosas materiales. ¿Conclusión? Nos define lo efímero, por eso tenemos esta necesidad de buscar experiencias constantemente para no caer en el vacío de la existencia (bueno chicos qué filosóficos, pero se entiende el punto, ¿no?).
Hoy en día, creemos que el mejor ejemplo de estas experiencias aspiracionales que solemos tener con mentalidad de contenidos es el viajar. Guillermo Oliveto lo expresa muy claramente en su libro Humanidad Ampliada. Dice: “En los últimos cuarenta años, y sobre todo en los últimos veinte, el viaje, por definición un suceso inasible y efímero, se ha transformado en un objeto. Algo que se anhela, se colecciona y sobre todo se muestra. Como ‘objeto’, o esas ‘no-cosas’ que reemplazan a las ‘cosas’ en términos de la definición de Byung Chul Han, ha despertado un deseo que no para de crecer.
Vamos con una cita más del filósofo coreano y su libro No-Cosas: “Hasta del consumo de cosas esperamos ahora experiencias. El contenido informativo de las cosas, la imagen de una marca por ejemplo, es más importante que el valor de uso. De las cosas percibimos sobre todo la información que contienen. (...) El capitalismo de la información constituye una forma intensificada de capitalismo. A diferencia del capitalismo industrial, convierte también lo inmaterial en mercancía”.
Para cerrar este tema (por lo menos por hoy) queremos plantear una paradoja. Las experiencias o no-cosas son, por definición, individuales, especialmente si esta pasa por nuestro smartphone personal. Quizás el mejor ejemplo son, nuevamente, los recitales. Poco a poco se va perdiendo el componente colectivo de conexión con el artista y las otras personas que van a escucharlo por el componente individualista de la mentalidad de contenidos. Pero, al mismo tiempo y como ya hemos planteado numerosas veces acá, vemos un resurgimiento de las comunidades digitales y el compartir gustos, pasiones e intereses por medios digitales. ¿Será que el componente comunitario está dejando de ser terrenal para pasar a ser digital? Es muy pronto para decirlo, pero es una posibilidad no muy alocada.
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No es ninguna novedad decir que TikTok cambió y continúa cambiando la manera de producir y de consumir contenidos y sabemos que muchas veces es difícil seguirle el ritmo a estos nuevos paradigmas. ¡Pero que no cunda el pánico! Además de continuar leyendo este newsletter (jeje) les dejamos acá Made for TikTok: Talking Creative, una serie de entrevistas en las que los líderes creativos comparten cómo están conceptualizando, lanzando y produciendo con éxito trabajos centrados en TikTok. Si están buscando inspiración, seguramente estas charlas serán de gran ayuda.
Gracias por leernos. Nos pueden encontrar en Instagram como @juanmarenco y @nati.alfonsoo. ¡Hasta la semana que viene!